"Ser como la primavera para el cerezo".
La esencia de un verdadero maestro es esa.
No tenemos que decir al cerezo como debe ser, tan solo es necesario nutrirlo bien para que libere su belleza y sus frutos, está ahí no para dominarlo, sino para recordarnos la magia que habita en todo ser humano.
Todas las personas son bellas y pueden dar los mejores frutos.
No es necesario que les aconsejemos, dirijamos, manipulemos y llevemos por la vida en función a nuestros critérios, prejuicios e ideas de lo que es "el buen camino" o "lo mejor para ellos".
¡¡Escuchemos la música interior de cada ser y acompañémosle en su proceso de floración!!.
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