Mente original

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miércoles, 31 de diciembre de 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

Subir montañas...




Coger las riendas, empezar un proyecto, pensarlo, elaborarlo, ponerlo en práctica y ver los resultados. Recrearte en cómo quieres que sea, qué quieres facilitar a la gente para que vivencien,... y ver las consecuencias.


Esta sensación es para mí como cuando subes a una montaña, cuando llegas a la cima y contemplas desde ahí el paisaje... no hay palabras. Es bello desde la ilusión de planear dónde ir, el recorrido en sí, la subida aunque a veces cueste... y llegar.


En estos días se me venían a la cabeza dos actitudes o imágenes que las comparaba con hacer senderísmo por un terreno más llano o subir una montaña.


Cuando haces senderísmo, si el camino es llano éste te permite reflexionar, estar hacia el interior. Una vez me dijeron esta frase: "En la llanura salen los fantasmas de la mente". Y la comparto. Te permite ir contemplando, observando tanto el paisaje exterior como el interior. Es una delicia. Es una reflexión sin obsesión. Al tiempo que tus pies caminan, el pensamiento lo hace, sin quedarse anclado en repeticiones, y da una gran claridad.

Cuando subes a una montaña, el camino en sí es más duro. Hay que estar más pendiente al exterior, pero sin olvidarte de tí. Es necesario ser consciente de dónde te apoyas, dónde pones los pies, de no perderte,... Y aunque también estes contigo mismo, la situación requiere de más atención.


¿Cómo caminamos en nuestra vida? ¿Hacemos senderísmo o montañísmo? ¿O ninguno de los dos?

Cuando hacemos senderísmo caminamos en nuestro día a día, avanzando siempre, siendo conscientes de nosotros mismos. En apariencia el recorrido es sencillo, cómodo, tranquilo,... pero hay que estar alerta pues se puede hacer rutinario.

Cuando hacemos montañísmo el sentimiento de plenitud, satisfacción, alegría, auforia, entusiasmo,... de indagar montañas nuevas es muy grande.


No creo que haya que estar subiendo montañas diariamente porque sería agotador, incluso puede resultar ser una huída incesante de no encontrarnos con nosotros mismos, pero sí creo que es necesario hacerlo cada cierto tiempo. Pensar en retos importantes e intentarlo (sólo con intentarlo ya estarémos llegando a la cima de la montaña).