Mente original

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miércoles, 5 de diciembre de 2007

O' Cebreiro



Decían que teníamos que prepararnos para la subida. Ahora se que se referían a una preparación mental.


Conforme empecé a subir, la temperatura empezó a descender. Se agradecía el fresquito de la montaña. Mis ojos empezaron a contemplar una belleza sin igual y mi corazón crecía por segundos. En esos instantes mi mente decidió empezar a formar parte del convite.

Esta vez se comportó. Empezaron a llegarme imágenes, flashes, empecé a hilar conversaciones, sentimientos, pensamientos,... todo de una manera fluida y ordenada.

Al mismo tiempo, no paraba de andar, de subir la montaña, de recibir toda la belleza a través de mis ojos, de mi nariz, de toda mi piel. El frescor, la niebla, algunas gotas de agua,... acariciaban suavemente mi cuerpo y al mismo tiempo mi sangre lo recorría internamente.

Gracias al movimiento corporal, la mente veía con más claridad y de manera intensa y profunda.

Esto me hizo pensar en algunas de las grandes verdades universales, pero más que pensar, era tomar conciencia de ellas. Nada era por casualidad y yo estaba allí, subiendo a O' Cebreiro.
*
Llegué pronto, me duché y me disponía a salir a comer. El albergue estaba completo y había empezado a llover fuerte. Bajando las escaleras vi a un grupo de gente que acababan de llegar, empezaban su peregrinar ese mismo día desde Piedrafita y el camino ya los había empapado.
Una de esas caras aún sigue en mi vida. Y las demás en mi corazón.
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Ese mágico lugar al que la niebla le hacía sacado de un cuento. Donde las pallozas y las calles de piedra nos hacían retornar al pasado y donde se dice que se guarda el Santo Grial me hacía sentir que Dios, Buda, el Amor, la Energía, el Universo, o como cada uno quiera llamarlo, debía estar muy cerquita.
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Paseé y disfrute intensamente cada segundo. De una palloza empecé a escuchar la música de una guitarra. Había un hombre, solo, sentado en una silla y con su guitarra nos deleitaba con música que a mí me parecía celestial mientras contemplabamos las montañas.
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GRACIAS por poner en mi vida esta experiencia, que hoy, tres años más tarde sigue en mi corazón.

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